¿Qué esconde tu procrastinación?
- paola carmona
- 4 jun
- 2 Min. de lectura
Postergar tareas, dejar todo para después o “esperar a estar en el estado mental ideal” suena como algo cotidiano. Nos decimos que es falta de disciplina, pereza o desorganización. Pero, ¿y si la procrastinación no fuera simplemente un mal hábito… sino un síntoma de algo más profundo?.

En muchos casos, la procrastinación no es flojera, es miedo.Y ese miedo, a menudo, se disfraza de perfeccionismo.
El perfeccionismo que nadie ve
Cuando pensamos en perfeccionismo, solemos imaginar a alguien que lo tiene “todo en orden”, altamente exigente y productivo. Pero hay un tipo de perfeccionismo más silencioso y saboteador: El que posterga para no fallar.
Frases como:
“Si no lo hago perfecto, mejor no lo hago.”
“No me siento listo todavía.”
“Me da miedo empezar y que no salga bien.”
“Necesito más tiempo, más preparación, más claridad…”
Todas estas frases suenan racionales, pero esconden un patrón emocional: evitar el malestar que genera la posibilidad de equivocarse, fallar, decepcionar o no estar a la altura.
Y así, el perfeccionismo alimenta la procrastinación, y la procrastinación alimenta la culpa. Un ciclo que se repite y se fortalece.
¿Cómo lo aborda la Terapia Cognitivo-Conductual?
Desde la TCC, trabajamos la procrastinación no como un problema de “fuerza de voluntad”, sino como el resultado de pensamientos, emociones y conductas aprendidas. El enfoque incluye:
1. Identificar pensamientos perfeccionistas
“No es suficiente.”“Debo hacerlo todo bien o no vale la pena.”“Si me equivoco, será un desastre.”Una vez identificados, se cuestionan y se modifican con pensamientos más realistas y compasivos.
2. Exposición a la imperfección
Sí: hacer las cosas aun sabiendo que pueden salir mal.El objetivo es tolerar el malestar que genera no cumplir con un estándar imposible y, con el tiempo, descubrir que "hacerlo imperfecto" es mejor que no hacerlo nunca.
3. División de tareas en pasos mínimos
Procrastinamos más cuando la tarea parece inmensa. Se trabaja en microacciones que reduzcan la barrera de entrada y generen una sensación de eficacia.
4. Reforzamiento positivo del esfuerzo (no del resultado)
Premiar el hecho de haberlo intentado, aunque no haya salido “perfecto”, ayuda a desactivar la rigidez perfeccionista.
Tu procrastinación no te define, pero puede estar diciendo algo importante. Tal vez no eres perezosa(o), sino que estás agotada de exigirte tanto. Tal vez no eres indisciplinada(o), sino que tienes miedo de no dar la talla. Y eso, desde la TCC, se puede trabajar, resignificar y transformar.
La próxima vez que notes que postergas una tarea, pregúntate con honestidad: ¿Qué estoy evitando sentir? ¿Y qué creencia estoy sosteniendo que me impide avanzar?
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